sábado, enero 07, 2006
7. Your kiss is on my list (Hall & Oates)
Despertar y ver tu espalda desnuda es, aunque suene a cliché, la mejor forma de despertar.
Antes ni en la peor de mis bromas me hubiera permitido escribir un cliché. Los lugares comunes me daban pavor, pues el hecho de caer en ellos resulta siempre de mal gusto. Será porque todo mundo los visita, por que no hay restricción para acceder a ellos, porque los balnearios, los parques, el lenguaje, la música y la cultura cuando se vuelven populares nos causan nauseas y entonces nos buscamos unos nuevos.
Es justamente el principio del “no cliché” en el que se basaba nuestra lista de propósitos de año nuevo, aquella donde, en una columna escribíamos las cosas nuevas que habíamos hecho y en la otra las cosas que nos proponíamos hacer. Era algo así como la lista de pendientes, con lugares a conocer, conciertos a asistir, discos a comprar, pero sobre todo, cosas a presumir.
Año con año mejorábamos la lista: ir a la playa más exótica (para presumirle a Pepe y Mariana), comprar la absurdamente costosa botella de vino tinto (para el brindis con Ana y Pedro), cambiar el coche por uno con más lucecitas en el tablero (para que Toño se arda) y por supuesto, asistir al musical de Broadway de moda (para que la pinche Alejandra no esté presumiendo).
No se en que momento la carrera por presumir se convirtió en un evento profesional patrocinado por la superficialidad de tus amigas y tus inigualables celos e inseguridades. Conforme te convertías en una arpía luchando por ganar, la lista se hacía más grotesca y mi cuenta de cheques más endeble. El último año juntos titulé los propósitos como “Para gente con más dinero que sentido común”, para ver si captabas el mensaje.
Hoy, contigo muy lejos, retomé la costumbre de escribir una lista. Se llama “Las mejores cosas de la vida” y aunque en nada se parece a las monstruosidades de antaño, me temo que está llena de clichés. Incluye el cielo azul, cada vez más raro en esta gran ciudad; las tardes con mis amigos de la prepa, sin otra cosa que una cerveza en la mano y 2 pesos en el bolsillo; el disco de éxitos de los extremadamente cursis Hall & Oats y tu espalda desnuda en la cama. ¡Ah! Se me olvidada querida Tamara: tus besos también están en mi lista.
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