sábado, julio 30, 2005
Tops para tí
Cuando Laura dejó a Rob, éste sólo atinó a recitar su Top 5 de rupturas más dolorosas en orden cronológico: Alison Ashmore, Penny Hardwick, Jackie alden, Charlie Nicholson y Sara Kendrow. Así comienza Nick Hornby su novela "High Fidelity".
Y es que, si bien el Top 20 de una tienda de discos o el Top 10 de una estación de radio pueden estar amañados, los tops personales no. Los tops, esos arreglos numéricos de dimensión variable y totalmente discrecional, pueden contener de una manera ordenada y sintetizada los gustos, prioridades, desencantos, ideas, planes, conceptos, recuerdos y un largo etcétera sobre un sinfín de asuntos.
Los tops representan, de alguna manera, un esfuerzo de volver material y medible lo que a nivel del inconsciente son vagas imágenes y a nivel consciente vanos esfuerzos.
Así, con un afán de sintetizar recuerdos que vienen y van, te presento el Top 5 de canciones con las que me acuerdo de tí (o que no me dejan olvidarte):
1. Tú /Shakira
2. Si te vas /Shakira
3. Coffe and T.V. /Blur
4. You could make a killing /Aimee Mann
5. En la ciudad de la furia /Soda Stereo
jueves, julio 21, 2005
Sí, es de cuero
Alguien muy sabio me decía que lo hacen de cuero para que cuando te des cuenta de que no sirve para nada, lo hagas chicharrón. Yo pensaba que era de cartón o de algún papel caro y de nombre pretencioso, pero no. Efectivamente es de cuero.
Hace 10 años, cuando lo recibí, lo puse en un marco dorado con un cristal antireflejante para que de ninguna manera se perdiera de vista mi nombre, mi fotografía ni lo más importante: mi recién adquirido título nobiliario.
Cada año entran a la población económicamente activa de este país alrededor de un millón de personas. Sólo una porción de ésta lo hace con un título universitario: una cuarta parte. Eso nos deja la friolera de 400,000 egresados buscando colocarse en el mercado laboral. El 70% de este grupo, se dedica a actividades que no requieren calificación técnica o universitaria (llámesele oficios, ventas, servicios de poco valor agregado). Nos quedan entonces unos 120,000 sujetos en la competencia por los puestos de trabajo por los que valdría la pena quemarse las pestañas durante 4 años en la universidad.
El mercado laboral está sobreofrecido: hay 135,000 puestos menos que personas dispuestas a trabajar. Es por eso que aproximadamente el 25% de los profesionistas busca insertarse en la cadena productiva mediante el autoempleo. El resto, alrededor de 94,000, logran colocarse en un empleo remunerado estable.
Y las noticias de recortes de personal no cesan. Y la oferta de carreras universitarias no disminuye. Y hoy en día, la educación ya no es sinónimo de movilidad social. Y las cifras oficiales dicen que nada de esto es cierto.
Hace mucho que mi título se convirtió en chicharrón. En el marco que quedó vacante puse un poster que dice: "el trabajo ennoblece al hombre", sólo para que no se me olvide.
Los datos son reales y fueron tomados de "Mercado laboral de profesionistas en México" de la ANUIES
miércoles, julio 13, 2005
¿Quién dice que no?
Muestrame cualquier persona que diga que no quiere ser popular y te demostraré que está mintiendo, que es una persona con miedo. He estudiado toda la historia de la música y la mayoría de las veces lo mejor es lo popular.
Es mucho más seguro decir que la popularidad apesta, porque eso te permite perdonarte a tí mismo si apestas. Y yo no me perdono, ¿Tú sí?
William Miller entrevistando a Stillwater en Almost Famous
Es mucho más seguro decir que la popularidad apesta, porque eso te permite perdonarte a tí mismo si apestas. Y yo no me perdono, ¿Tú sí?
William Miller entrevistando a Stillwater en Almost Famous
martes, julio 05, 2005
Aliviando al inconsciente
Los cinco fantásticos
Hay que aceptarlo: ese año los de primero tenían un gran equipo. Nosotros, con dos años de experiencia en la secundaria y habiendo ganado los torneos internos de basketbol de los dos años anteriores, teníamos la obligación de refrendar nuestro título a costa de lo que fuera. El equipo basaba su éxito en algunas cualidades puntualmente identificables: la fuerza de Charly, la habilidad de Quique, la estatura de Franky, la constancia del Chino y mis buenas rachas.
Persiguiendo sueños
Leía hace poco que un sueño es como un reflejo de la vida real: los hechos que parecen ocurrir en él siguen generalmente, incluso en su incoherencia, ciertas leyes cronológicas coherentes con la secuencia normal de todo hecho verdadero. Si, por ejemplo, sueño que se cierran los postigos de una habitación, me parecerá que se ha interceptado la luz y que alrededor de mí se hace la oscuridad. Por lo tanto, imaginé que, si en sueños hacía el ademán de ponerme la mano sobre los ojos, obtendría, en primer lugar, una ilusión semejante a lo que me ocurriría verdaderamente estándo despierto si hacía el mismo ademán. Luego me pregunté si, después de producir esta interrupción de visión, no podría mi imaginación evocar más fácilmente los nuevos objetos en los que yo tratara de fijar el pensamiento.
La buena racha
Mi racha de la primavera de 1987 fue simplemente arrolladora. Y es que 85 de cada 100 es una proporción de canastas anotadas envidiable. La racha llevó al equipo a una marca de ganados y perdidos de 10-1 y a mí a la selección de la escuela. Las buenas actuaciones nos garantizaban poder jugar en las competencias internas y, por supuesto, en las eliminatorias zonales de escuelas secundarias.
La transición
La colocación, en el sueño, de una mano delante de mis ojos borró en ese momento la visión de un campo que antes había tratado inútilmente de cambiar sólo mediante la fuerza de la imaginación. Estuve sin ver nada durante un instante, exactamente como me habría ocurrido en la vida real. Hice entonces un nuevo llamamiento energético a un recuerdo y, como por arte de magia , este recuerdo, nítidamente colocado ahora en el foco de mi pensamiento, se dibujó de pronto claro, brillante, tumultuoso, sin que, antes de despertarme, tuviera yo percepción de la manera en que se había operado la transición.
La teoría de la evolución
La generación que ese año comenzaba su ciclo tenía grandes jugadores. Grandes en tamaño y en talento. Ese año llegaron a la final del torneo interno con una marca de 8 ganados por 3 perdidos. A lo largo del torneo nos propinaron nuestra única derrota y un partido antes de las finales nos cobramos el agravio. Tal vez porque en el deporte a veces sucede que la teoría de la evolución de Darwin si funciona, los organismos menos desarrollados quedaron eliminados y nos volvimos a enfrentar en la final.
Los sueños lúcidos
Si conseguimos establecer de modo terminante que la voluntad puede conservar, durante el sueño, la fuerza suficiente para dirigir la trayectoria de la mente a través del mundo de las ilusiones y las reminiscencias (como durante el día dirige al cuerpo a través de los acontecimientos del mundo real), habremos logrado un sueño lúcido.
El fin de la racha
Ese día de mayo nos jugabamos todo, el (tri)campeonato, la participación en los zonales, la supremacía sobre los irreverentes novatos, el orgullo, el prestigio. Dos a dos, seis a seis, veintidos a veintidos. En un duelo parejero terminamos la primera mitad. El empate al medio tiempo y, sobre todo, las dificultades que pasamos para ganar rebotes, las imprecisiones y mi pésimo porcentaje de anotación (2 de 5) no estaban en el script.
Terminamos el tercer cuarto ganando por cuarenta y dos a treinta y cuatro. El cuarto cuarto fue el peor de nuestra historia, nos dieron la vuelta y faltando dos minutos nos aventajaban por tres puntos. Entonces, intercepté un servicio, lancé el balón a la banda donde con seguridad encontraría al Chino, quien apretando los dientes entró al área brincando por sobre su marcador para obtener dos puntos más. ¡Escasos segundos en el reloj y a un punto de distancia! El movedor avanzó a media cancha, giró la cabeza hacia el lado derecho pero tuve la fortuna de leer en sus ojos que tiraría el pase al lado izquierdo. Estiré el brazo y ¡sí! ¡el balón estaba en mis manos! En ese momento era cuestión de ver quien corría más rápido, si el reloj para llegar a ceros o yo para correr al aro y anotar. Comencé a correr. Por mi mente pasaba como me convertiría en el héroe del equipo, en como los anales de la historia me recordarían. Me acerco al aro, hago una entrada de rutina por la derecha; primer paso con pierna derecha, con el segundo tomo impulso, estiro el brazo en dirección del aro y...¡adiós campeonato! ¡no puede ser! ¡el balón no entró! se acabaron los sueños.
Reconstruyendo sueños
Al dominar los sueños lúcidos, el temor a las visiones desagradables disminuirá en la medida en que se aprecie su iniquidad, y el deseo de ver aparecer imágenes más gratas será más activo al reconocer la capacidad de evocarlas; el deseo será pronto más fuerte que el temor y, puesto que la idea dominante es la que hace aparecer las imágenes, el sueño agradable será el que prevalezca.
Así es como me aficioné a la teoría de los sueños. Aquel mes de mayo de 1987 mi racha se terminó. Perdímos el campeonato. Pero algo es muy cierto: cada vez que el inconsciente me ataca con ese recuerdo, yo, a cambio, robo el balón en la media cancha y encesto los dos puntos del campeonato.
La teoría de los sueños lúcidos está tomada del texto "Les reves et les moyens de les diriger" de Hervey de Saint Denis. Considerese este post un acto catártico.
Hay que aceptarlo: ese año los de primero tenían un gran equipo. Nosotros, con dos años de experiencia en la secundaria y habiendo ganado los torneos internos de basketbol de los dos años anteriores, teníamos la obligación de refrendar nuestro título a costa de lo que fuera. El equipo basaba su éxito en algunas cualidades puntualmente identificables: la fuerza de Charly, la habilidad de Quique, la estatura de Franky, la constancia del Chino y mis buenas rachas.
Persiguiendo sueños
Leía hace poco que un sueño es como un reflejo de la vida real: los hechos que parecen ocurrir en él siguen generalmente, incluso en su incoherencia, ciertas leyes cronológicas coherentes con la secuencia normal de todo hecho verdadero. Si, por ejemplo, sueño que se cierran los postigos de una habitación, me parecerá que se ha interceptado la luz y que alrededor de mí se hace la oscuridad. Por lo tanto, imaginé que, si en sueños hacía el ademán de ponerme la mano sobre los ojos, obtendría, en primer lugar, una ilusión semejante a lo que me ocurriría verdaderamente estándo despierto si hacía el mismo ademán. Luego me pregunté si, después de producir esta interrupción de visión, no podría mi imaginación evocar más fácilmente los nuevos objetos en los que yo tratara de fijar el pensamiento.
La buena racha
Mi racha de la primavera de 1987 fue simplemente arrolladora. Y es que 85 de cada 100 es una proporción de canastas anotadas envidiable. La racha llevó al equipo a una marca de ganados y perdidos de 10-1 y a mí a la selección de la escuela. Las buenas actuaciones nos garantizaban poder jugar en las competencias internas y, por supuesto, en las eliminatorias zonales de escuelas secundarias.
La transición
La colocación, en el sueño, de una mano delante de mis ojos borró en ese momento la visión de un campo que antes había tratado inútilmente de cambiar sólo mediante la fuerza de la imaginación. Estuve sin ver nada durante un instante, exactamente como me habría ocurrido en la vida real. Hice entonces un nuevo llamamiento energético a un recuerdo y, como por arte de magia , este recuerdo, nítidamente colocado ahora en el foco de mi pensamiento, se dibujó de pronto claro, brillante, tumultuoso, sin que, antes de despertarme, tuviera yo percepción de la manera en que se había operado la transición.
La teoría de la evolución
La generación que ese año comenzaba su ciclo tenía grandes jugadores. Grandes en tamaño y en talento. Ese año llegaron a la final del torneo interno con una marca de 8 ganados por 3 perdidos. A lo largo del torneo nos propinaron nuestra única derrota y un partido antes de las finales nos cobramos el agravio. Tal vez porque en el deporte a veces sucede que la teoría de la evolución de Darwin si funciona, los organismos menos desarrollados quedaron eliminados y nos volvimos a enfrentar en la final.
Los sueños lúcidos
Si conseguimos establecer de modo terminante que la voluntad puede conservar, durante el sueño, la fuerza suficiente para dirigir la trayectoria de la mente a través del mundo de las ilusiones y las reminiscencias (como durante el día dirige al cuerpo a través de los acontecimientos del mundo real), habremos logrado un sueño lúcido.
El fin de la racha
Ese día de mayo nos jugabamos todo, el (tri)campeonato, la participación en los zonales, la supremacía sobre los irreverentes novatos, el orgullo, el prestigio. Dos a dos, seis a seis, veintidos a veintidos. En un duelo parejero terminamos la primera mitad. El empate al medio tiempo y, sobre todo, las dificultades que pasamos para ganar rebotes, las imprecisiones y mi pésimo porcentaje de anotación (2 de 5) no estaban en el script.
Terminamos el tercer cuarto ganando por cuarenta y dos a treinta y cuatro. El cuarto cuarto fue el peor de nuestra historia, nos dieron la vuelta y faltando dos minutos nos aventajaban por tres puntos. Entonces, intercepté un servicio, lancé el balón a la banda donde con seguridad encontraría al Chino, quien apretando los dientes entró al área brincando por sobre su marcador para obtener dos puntos más. ¡Escasos segundos en el reloj y a un punto de distancia! El movedor avanzó a media cancha, giró la cabeza hacia el lado derecho pero tuve la fortuna de leer en sus ojos que tiraría el pase al lado izquierdo. Estiré el brazo y ¡sí! ¡el balón estaba en mis manos! En ese momento era cuestión de ver quien corría más rápido, si el reloj para llegar a ceros o yo para correr al aro y anotar. Comencé a correr. Por mi mente pasaba como me convertiría en el héroe del equipo, en como los anales de la historia me recordarían. Me acerco al aro, hago una entrada de rutina por la derecha; primer paso con pierna derecha, con el segundo tomo impulso, estiro el brazo en dirección del aro y...¡adiós campeonato! ¡no puede ser! ¡el balón no entró! se acabaron los sueños.
Reconstruyendo sueños
Al dominar los sueños lúcidos, el temor a las visiones desagradables disminuirá en la medida en que se aprecie su iniquidad, y el deseo de ver aparecer imágenes más gratas será más activo al reconocer la capacidad de evocarlas; el deseo será pronto más fuerte que el temor y, puesto que la idea dominante es la que hace aparecer las imágenes, el sueño agradable será el que prevalezca.
Así es como me aficioné a la teoría de los sueños. Aquel mes de mayo de 1987 mi racha se terminó. Perdímos el campeonato. Pero algo es muy cierto: cada vez que el inconsciente me ataca con ese recuerdo, yo, a cambio, robo el balón en la media cancha y encesto los dos puntos del campeonato.
La teoría de los sueños lúcidos está tomada del texto "Les reves et les moyens de les diriger" de Hervey de Saint Denis. Considerese este post un acto catártico.
lunes, julio 04, 2005
Esto es poesía
Estoy de acuerdo con Wendy cuando dice que la poesía no es sólo "escupir" sentimientos. La poesía tiene que ver mucho más con la forma, la estructura, la métrica. La poesía barroca es una prueba de ello y, el "Laberinto endecasílabo" de Sor Juana, un gran ejemplo:
Que también se puede leer así:
O así:
Amante, caro, dulce esposo mío,
festivo y pronto, tus felices años,
alegre canta sólo mi cariño,
dichoso, porque puede celebrarlos;
Que también se puede leer así:
Caro, dulce esposo mío,
pronto tus felices años,
canta sólo mi cariño
porque puede celebrarlos;
O así:
Dulce esposo mío
tus felices años,
sólo mi cariño
puede celebrarlos;
Es la forma señores. La estructura, la creatividad, la libertad creadora, las letras vivas. No los versitos babosos que inundan páginas y páginas de mal llamada poesía.
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