El desequilibrio mundial. ¿Pulmonía para México?
Dice un dicho que “cuando a Estados Unidos le da gripa, a México le da pulmonía”. Irremediablemente, el futuro económico inmediato este país está sujeto a las decisiones, equilibrios y ritmo de crecimiento de su vecino del norte.
Las condiciones son de sobra conocidas: Un déficit comercial de casi 6% del PIB y un déficit fiscal por el estilo, un índice de ahorro cercano al 0%, una peligrosa dependencia de capitales extranjeros, una moneda altamente devaluada y una fuerte competencia con los países asiáticos, en especial con China. Nada nuevo bajo el sol, salvo que sorprendentemente, la situación descrita no se refiere a México, sino a los Estados Unidos de Norteamérica.
En efecto, China tiene un superávit comercial con los Estados Unidos de cerca de 150,000 millones de dólares y, para preocupación de muchos, las exportaciones de este país asiático no sólo incluyen juguetes, calzado y demás artículos de consumo, sino bienes de alto contenido tecnológico. China tiene un tipo de cambio fijo desde hace una década (8.3 yuanes por dólar) y una productividad a prueba de todo.
Lo anterior, más el hecho de que el consumo privado en nuestro país vecino es enorme y que incluye un alto índice de consumo de productos de importación, trae como consecuencia un déficit comercial sin par en la historia de este país.
Financiar el señalado déficit hace un lustro hubiera resultado una tarea más o menos sencilla, pues se tenía un superávit público basado en su inversión privada interna. En estos días, no hay inversión, ni interna ni externa. Pero lo más grave: el déficit público se debe principalmente a la política del gobierno de George Bush: La disminución de impuestos y el aumento de gastos destinados a la guerra.
Como resultado del déficit en la cuenta corriente de los Estados Unidos, el dólar se ha desplomado. Y no es exageración. En el 2004, el dólar cayó en un 11% con respecto al euro y del 2002 a la fecha cayó un 35% contra dicha divisa y un 24% contra el yen. Cifras para preocupar a cualquiera, incluida la Unión Europea, que ha puesto el grito en el cielo ante un dólar que, tan barato (1.3663 dólares por euro), hace pedazos la competitividad de sus exportaciones.
Por si fuera poco, los Estados Unidos financian su déficit colocando deuda en los mercados financieros. ¿Quién compra esa deuda? Si, aunque usted no lo crea: Los bancos centrales asiáticos.
El mundo está pues, ante un fuerte desequilibrio económico. Los principales dirigentes del país norteamericano ya se han percatado de ello y han exhortado a China a devaluar su moneda para ajustar los mercados internacionales. Tal exhorto seguramente será ignorado. El asunto no sólo es económico, sino político.
Los Estados Unidos no tienen opción, finalmente deberán reducir su déficit en cuenta corriente mediante la devaluación de su moneda y el alza en sus tasas de interés. Esto llevará a disminuir el consumo y por lo tanto, el ritmo de crecimiento de su economía.
La verdadera preocupación radica en el impacto del ajuste, Estados Unidos puede promover un ajuste paulatino a partir de superar su déficit fiscal para a partir de ahí ordenar su economía y superar su déficit comercial o puede promover un ajuste radical que afecte a todos los participantes de la economía mundial. Depende en gran medida de las decisiones de China.
Y, como decía Don Porfirio Díaz: “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. El 90% del comercio exterior de México es con su socio comercial del norte. Su economía está altamente correlacionada con la de aquel país y en los últimos años se ha olvidado de promover la inversión y el ahorro internos para a partir de ahí consolidar una economía menos dependiente.
Ante la dependencia y la inmovilidad de México, más vale que Los Estados Unidos de Norteamérica se curen la gripa.
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