A veces creo que no soy más que vaga memoria, que vivo en mi febril insomnio, en el que nunca estoy del todo dormido pero tampoco estoy del todo despierto.
El presente se consume mientras procuro recordar las pasadas glorias, los pasados amores, las mejores tardes y las mejores canciones. Mejor eso que sufrir los sinsabores del efímero presente o pensar en el incierto y angustioso futuro.
Estoy cansado de vivir en mi pasado. Tengo la sensación de que amo, de que gozo, de que río, de que canto. Pero si por primera vez te veo, siento que ya te conozco; si te toco o si te abrazo, de inmediato te reconozco; y a menudo estoy cierto de nunca antes haberte sentido.
Siento hastío de pensar en el futuro. Pero mañana será otro día. Despertaré con el alba y viviré el presente. Minuto tras minuto mataré el pasado y procuraré no adelantarme. Seguramente te encontraré cambiada, los años no pasan en balde, pero aún así te buscaré y, si quieres, te amaré por vez primera, sin prejuicios, sin pretextos, sin pasado. Esa es la gran decisión que habrá de cambiar mi vida.
Algo así no se puede callar, hay que gritarlo con todas las fuerzas de que se es capaz. Tu más que nadie debe saberlo. Fue en ese momento en que decidí llamarte ¿lo recuerdas?
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